martes, 10 de agosto de 2010

El hijo




¡No me arrepiento de ningún paso!
Porque hoy vivo y sigo andando.

¿Qué moralejas me pide aquel?
¿Las que él enseña, las que no ve?

Si son aquellas ¡Que se las guarde!
¡No miraré al que es cobarde!

Más ¡Ay! Ahora, ¿Es mi soberbia?
¡No señor mío! ¡Perdí paciencia!

Porque en su juicio; sucio y mezquino,
Sólo se oye lo que es dañino.

¿Qué no se acuerda que ella lo amaba?
¿Y usted golpea, bota y desangra?

Si hoy es mía y yo defiendo,
es porque elije cielo y no infierno.

Venga señora; venga con su hijo,
que quien ha muerto es padre y marido…

Antes de niño, fue diferente,
¡Hoy yo soy hombre y le hago frente!

Pues su dinero ya no me basta…
¡En mi pobreza, hoy Dios nos guarda!

Venga señora; venga con su hijo,
que quien ha muerto es padre y marido…

…Y si la llevo junto a mi lado,
Es por sus ojos que están cansados.


Y madre e hijo, marcharon juntos,
sin la importancia de algún futuro.

Y en la casita, pobre y sencilla,
sólo reinaba paz y armonía…

Más el soberbio y el altanero,
siempre se queda en el desierto…

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