sábado, 3 de abril de 2010



Yendo con la cruz a cuestas,


Él miraba a aquellos rostros,


entre yagas de pies rotos


caminando como cuentan.




Y mientras¿Qué pensaría?


Continuando su calvario


ya iba a ser crucificado


y el pensar no importaría.




Y María que sintiéndo


en el alma un cruel filo,


como espada que Longino


clavaría muy adentro.




Y aquel hombre fue un hecho


que aún nadie a emulado,


porque el padre a uno ha enviado,


siendo sólo él el verbo.


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